En mi anterior anécdota he nombrado la provincia dónde nací, la provincia de Chaco, en Argentina, pero fue precisamente en la ciudad de Presidencia Roque Sáenz Peña, la segunda más importante y más poblada de dicha provincia. Conocida por Ciudad Termal por sus aguas termales, principal atraccción turística y por ser la “ciudad del inmigrante” por lo que cuenta con un hermoso monumento al inmigrante en una de sus entradas. El monumento representa a un hombre campesino labrando la tierra, ya que la mayoría de los inmigrantes que llegaban a la ciudad, hace muchísimos años, se dedicaban al campo, a las tareas agrícolas, por lo que hoy en día, la actividad saenzpeñense se basa en la explotación y procesamiento de los productos agropecuarios de la zona, especialmente de algodón y soja.
Mis abuelos fueron inmigrantes españoles, llegaron siendo adolescentes a América, los recuerdo siempre, especialmente a unos de ellos, mi abuelo Diez, así le llamaba, aunque su nombre era Bibencio, pero a mi me gustaba llamarlo abuelo Diez. Me contaba que había nacido en León, me contaba sobre la guerra, vivía recordando la familia que tuvo que dejar en busca de una vida mejor, me contaba sobre su viaje en barco hacia el nuevo mundo, y me contaba también sobre las ricas comidas que se preparaban en su país, España, los “cocido” que llamamos “pucheros“, paellas, arroz a la valenciana, estofados que llevaban de todo, tan especiales para él, porque tenía sus ingredientes preferidos, panceta, garbanzos, chorizo criollo, chorizo colorado, porotos (alubias), costillitas de cerdo, guisantes, etc, etc, etc.. mientras más ingredientes más ricos. Lo recuerdo dándose siempre una vueltita por la cocina, dándo su toquecito personal a las comidas que le preparaban, le gustaban con mucho picante, bien condimentadas, y hacer una picadita antes, un vermut, con olivas, jamón, queso, como todo buen español.
Siempre hablaba de su país, feliz de recordarlo pero con cierta trizteza o nostalgia, no sé bien, hoy después de tanto años comprendo su alegría, su trizteza o nostalgia, porque al igual que él emigré de mi país para vivir en éste y en el que, a pesar de todo, me siento como en casa, porque el cariño que le tengo me lo transmitió mi abuelo, siempre. Nunca olvido que, siendo muy pequeña, cuando él me contaba sus anécdotas, yo le decía que me encantaría vivir en España, sin imaginar que, muchísimos años más tarde, mi deseo de pequeña se cumpliría.
He preparado un estofado de cerdo con paceta y chorizo criollo que me recuerda a mi abuelo Diez, como el nombre lo indica, con chorizo criollo, costillas de cerdo, panceta, guisantes, garbanzos y bien condimentado como a él le gustaba. Plato ideal para los días de mucho frío, aunque a veces al mirar una foto da ganas de comerlo en cualquier momento.
Comparto contigo mi receta por si al mirar las fotos te dieron ganas de prepararlo y disfrutarlo.