Hola a todos, después de tanto tiempo estoy aquí para contarles algo gracioso que me pasó hace unos días al preparar la Torta del barça, una anécdota divertida. Todo bien durante la preparación de los bizcochos, también al rellenarlos pero el problema comenzó cuando tuve que elaborar el glaseado para cubrirlos, específicamente al añadir el colorante azul, uno de los colores que caracteriza al equipo. Hace mucho que no empleaba colorantes alimentarios así que no recordaba bien la cantidad suficiente para dar color, en este caso, a un glaseado, es por eso que, una vez elaborado, empecé a echar gotitas y más gotitas esperando que tome el color azul intenso, pero quedaba celeste casi turquesa, pero de azul nada. Agregué unas cuantas gotitas más, y luego unas más, hasta que logré el color azul brillante, hermoso e ideal.
Elegí el glaseado para la cobertura porque con él no hace falta saber decorar, es algo pendiente que tengo, aprender a decorar tartas.
Una vez elaborado el glaseado lo esparcí sobre la tarta con la espátula y, por supuesto, lo iba probando un poquito como voy haciendo con todo, de ahí que después deba estar casi todo el año comiendo verduritas y frutas para bajar los kilitos demás. Notaba que cuando me manchaba los dedos, éstos me quedaban azules, fue entonces que me di cuenta que había empleado demasiado colorante. Al principio me preocupé bastante, no sabía que hacer, si quitarlo por completo de la tarta y hacer uno nuevo, o cambiar la decoración de la misma tapándolo con algún otro ingrediente. Finalmente decidí dejarlo tal cual, adornado con unos fideos de color rojo que ya tenía preparados. Pensé que los comensales, mi familia, no se darían cuenta al comerlo junto con los bizcochos, los melocotones y la crema, que pasaría desapercibido.
Llegó la hora de la cena, el momento del postre y de cantar el cumpleaño felíz a mi hijo, yo por supuesto sin decir nada, corté la tarta, la serví y los miraba con disimulo, muy calladita escuchando decir lo rica que estaba y viendo como admiraban los colores de la tarta. Me reía sola porque veía que los labios les quedaban azulados, luego, entre ellos se dieron cuenta. Mi error no pasó desapercibido como esperaba, pero lo más lindo de todo es que se lo tomaron con humor, con alegría, la verdad que nos divertimos con la tarta que pinta la boca. Es por eso que pensé que no sería una mala idea hacerla a propósito para alguna reunión o fiesta infantil, o unas galletas, o algún bombón, a los niños les resultaría algo muy divertido y atractivo.
Así que ahora además de los chupa chups y chicles que pintan la boca y que solemos comprar en los kioscos, está mi tarta …Tarta del Barça que pinta la boca.